La
autoestima es la valoración que cada persona realiza sobre el concepto que
tiene de sí misma. Los niños crean este concepto basándose en su propia experiencia
y aprenderán a valorarse en función del efecto que su comportamiento tenga en
las personas que le rodean. Por lo tanto, la forma en la que los padres se
dirijan a sus hijos día a día influirá notablemente en la formación de su
autoestima.
A
continuación señalamos algunas recomendaciones que ayudarán a garantizar el
desarrollo de una autoestima adecuada durante la infancia:
Utilizar frases
simples y con el lenguaje adaptado al nivel de comprensión del niño. El nivel de
comprensión de los niños va avanzando con la edad por lo tanto es necesario que
los padres se esfuercen en transmitir mensajes comprensibles para sus hijos.
No usar términos
globales.
Antes de los seis años el pensamiento de los niños se encuentra polarizado, es
decir, entienden la realidad en clasificaciones de dos categorías. O es blanco
o es negro, o es bueno o es malo. Para ellos no existen los puntos intermedios.
Por
lo tanto es mejor evitar frases como eres tonto, eres malo en el fútbol, etc.
ya que aun no tienen la capacidad de compensar con otras cosas que hacen bien y
lo convertirán el concepto global de sí mismo: “soy malo”, “soy tonto”
Centrarse en aspectos
concretos del comportamiento. Casi hasta los once años los niños no
desarrollan la capacidad de razonar utilizando los conceptos abstractos, por lo
tanto, es necesario referirse a la conducta concreta.
Por
ejemplo, es mejor exponer: “has tirado el jarrón y se ha roto” en lugar de “eres un desastre”, “todo lo haces mal, etc.”
Resaltar las cosas
que hacen bien,
sin recordar que otras veces se ha portado mal. Por ejemplo: No sería adecuado:
“muy bien, hoy has hecho las tareas a
tiempo, pero ayer no quisiste hacerlas”. Mejor: “muy bien, estoy muy
contento porque hoy has hecho las tareas a tiempo.”
Es
bueno expresar lo que el niño hace bien incluso en los casos en los que la
ejecución no es perfecta. Si queremos corregir algo se puede comenzar por el
comportamiento adecuado y finalmente exponer el aspecto concreto que puede
mejorar:
“¡Que bien!, hoy te estás limpiando los
dientes tu sola. No olvides enjuagarte bien después del cepillado.”